La historia que te voy a contar comienza en un fin de semana, casi terminando el invierno. Ese domingo era el cumpleaños de mi prima Irene. Nos íbamos juntar todos en la casa e mi abuela para celebrarlo.
¡Estaba deseando llegar para dar y recibir muchos besos y abrazos a toda la familia!
Justo cuando íbamos a salir de casa nos enteramos, por las noticias, de que un gran monstruo quería ponernos a todos enfermos, y que no podíamos salir de nuestras casas.
¡Todos nos quedamos muy tristes ...!
Pasaron las semanas y se me ocurrió una pregunta: ¿Que pasará con los besos que no nos hemos dado durante todo este tiempo?
Después de dos meses, por fin pudimos salir. Lo primero que hicimos fue ir a casa de mis abuelos.
Cuando llegamos, la tía Alicia se puso muy contenta de vernos y nos lanzó un gran beso desde la terraza. Cuando nos estaba llegando, una ráfaga de viento se lo llevó hasta donde la tía tenía la ropa tendida, y se enredó en ella.
Corrimos hacia él para atraparlo pero, justo cuando lo íbamos a atrapar, volvió a salir volando hacia el campanario de la iglesia del pueblo. Allí vivía una familia de cigüeñas y una de ellas intentó zampárselo, pero no pudo.
Nuestro beso siguío su camino hasta un bosque de castaños, y nosotros lo seguimos en nuestras bicicletas. Un mono que vivía en ese bosque y tenía mucha hambre, consiguió atraparlo para comérselo. Yo le grité:
¡Oye, que ese beso es mío!, y el mono se nos quedó mirando con curiosidad. En ese momento, un erizo le cayó en la cabeza y el mono soltó el beso con un aullido de dolor.
El viento siguió arrastrando nuestro beso y lo llevó hasta la orilla de un río. Mi papá dijo, con voz desesperada:
- ¡Oh, no! ¡Si cruza el río lo perderemos para siempre!
Para nuestra sorpresa, en vez de cruzarlo siguió río arriba, rozando el agua. Una trucha que estaba buscando comida saltó, pensando que era un mosquito, y casi se lo come; pero el beso consiguió esquivarla y continuó su camino. Nosotros íbamos siguiéndolo de cerca, saltando de roca en roca.
¡Mi papá casi se cae al agua varias veces!
Un poco más arriba había una cascada enorme y el beso se metió dentro de ella.
- ¡Ahora sí que lo hemos perdido!, dije yo.
Nos acercamos y descubrimos que, detras del agua que caía, había una pequeña cueva.
Decidimos entrar. Era húmeda, oscura y daba un poco de miedo. Mientras nos adentrábamos, escuchamos unos ruidos muy extraños y vimos que al final de ella había una luz suave.
Nos dirigimos hacia ella y nos dimos cuenta de que los sonidos eran cada vez más fuertes:
- ¡Muac, muaac, Muaaac, ...!
¡No nos lo podiamos creer! ¡Eran todos los besos que no se habían dado en estos meses!
Los metimos todos en nuestra mochila y nos marchamos a casa con esta valiosa carga.
A la mañana siguiente subimos al tejado y abrimos la mochila para que salieran todos en busca de sus dueños. Unos cuantos se avalazaron sobre mi, porque eran los que me habían mandado mi familia y amigos. El resto fueron entrando por las ventanas y puertas de todas las casas.
Espero que os hayan llegado los que eran para vosotros.
FIN
1 comentario:
Que bonita historia,haced más como esta
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